martes, 21 de diciembre de 2010


En los estudios de Martin Seligman, uno de los padres de la psicología de la felicidad, encontramos que el modo de enfrentarse de manera optimista a las situaciones difíciles comprendía los siguientes puntos:

- Sensación de no permanencia, es decir, pensar que la situación negativa pasará.

- Hacer compartimentos estancos, de manera que aquello negativo que sucede en una área de nuestra vida no traspase a otras.

- No personalizarlo, es decir, no creer que todo lo malo que nos sucede es por alguna característica de nuestra personalidad que no podemos cambiar.

Porque no hemos de olvidar que muchas veces el pesimista no deja de ser alguien que también tiene un pensamiento distorsionado, que espera que se cumpla siempre la ley de Murphy de que si algo puede ir mal, irá mal. Podéis leer aquí las diferentes formas que adquieren las distorsiones cognitivas negativas:

Básicamente, aunque hay distintas clasificaciones, son diez:

1-Generalización excesiva o sobregeneralización: Un hecho aislado negativo se generaliza. Por ejemplo, tras perder un trabajo se piensa: Nunca encontraré trabajo.

2-Polarización o pensamiento todo-nada: Ver la realidad dentro de categorías absolutas, o blanco o negro, sin matices intermedios. Por ejemplo, si te sale mal una clase de un deporte que estás aprendiendo pensar: nunca valdré para ese deporte.

3-Descalificación de lo positivo: Se utiliza como un “filtro mental” para no tener en cuenta los aspectos positivos de un comportamiento o manera de ser. Por ejemplo, si alguien te comenta “qué bien te ha salido ese trabajo” tu respondes: “bah, tuve suerte”.

4-Catastrofismo o adivinación del porvenir: Se espera que sucedan cosas terribles o negativas (“el error del futurólogo”). Por ejemplo, pensar que te dormirás y no llegarás a tiempo a coger el tren o un vuelo.

5-Lectura del pensamiento: Se piensa que los demás están emitiendo juicios negativos sobre uno mismo aunque no están en realidad diciendo nada.

6-Magnificación y minimización: Denominada el “truco de los prismáticos”. Se exageran los aspectos negativos y se quita importancia a los aspectos positivos. Por ejemplo, aunque hayas tenido muchos comentarios positivos después de presentar un trabajo, te fijas sólo en uno negativo que te han hecho, dándole más importancia que a todos los demás.

7-Razonamiento emocional: A partir de los sentimientos negativos vivenciados se deduce que la realidad es así. Por ejemplo: si te sientes inquieto porque alguien llega tarde cuando no suele hacerlo, piensas que eso es prueba de que le ha sucedido algo.

8-Etiquetar erróneamente.Describir un comportamiento, situación o persona generalizando de manera emocional. Por ejemplo, si te sale mal una relación decir: soy un desastre en el amor.

9-Calificar con “debería”: Criticarse a uno mismo o a los demás con afirmaciones del tipo: “debería” (o tendría) y “no debería” (o no tendría).

10-Autoinculpación: Creerse culpable de los sucesos negativos externos de los que de hecho no se es responsable. Por ejemplo, si alguien está enfadado pensar que es por algo que tú has hecho.

Para Seligman, la auténtica felicidad se alcanza cuando: 1- Estamos Satisfechos con nuestro Pasado, 2- cuando somos Optimistas con respecto al Futuro y, por último, 3- cuando alcanzamos la felicidad en el presente por medio del Desarrollo de nuestras Fortalezas y Virtudes. Y para lograr todo eso, el autor nos ofrece decenas de ejercicios encaminados a esa meta…

Os dejo uno de ellos:

Consiste en escribirle una carta a alguien que haya sido positivamente significativo en vuestra vida, luego llamar a esa persona y decirle “Tengo ganas de visitarte”. La persona no puede saber para qué la estamos visitando y, lo que es quizás peor, no podemos leerle la carta por teléfono ni enviarla por correo… ¡Debemos leérsela personalmente!

Os propongo hacer este regalo en estas fiestas.



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