domingo, 24 de agosto de 2014

AUTOESTIMA /EGOISMO

La cuestión del egoísmo
Con frecuencia se confunde la autoestima con ciertas nociones falsas de "egoísmo".
La tendencia cultural a la que me refiero es notoria en todas partes; yo tropecé personalmente con esta mala Interpretación mientras realizaba una gira promocional para Honoring the Self. Prevalece hoy una irreflexiva tendencia a desechar por "narcisista" a cualquier individuo activamente interesado en su desarrollo personal, lo que constituye una suerte de violenta reacción contra el movimiento en favor del potencial humano. Parece ser que "sí-mismo" se ha convertido en una palabra candente, al menos en algunos círculos.
La autoestima, la autorrealización, incluso la búsqueda de la autonomía, se están volviendo moralmente sospechosas. "¿No hemos tenido ya bastante de la generación del yo?", preguntan los periodistas. "¿Usted no está alentando el egoísmo?".
A mí me trataron con aprecio, pero no pude dejar de notar la inquietud que parecían evocar frases tan simples como "honrar al sí-mismo". "¿Y qué me dice de los problemas del mundo?" me preguntaban. "¿No le interesa ir más allá del individuo aislado? ¿Y qué sucede con las relaciones? ¿Acaso no tienen ya la mayoría de las personas un ego muy desarrollado?".
Dada la frecuencia con que se formulan estas preguntas, es razonable suponer que reflejan las presunciones de un gran número de individuos. Es necesario discutir estas presunciones.
Permítanme mencionar que ni en Honoring the Self ni en ninguno de mis libros anteriores mi mensaje ha sido:
"Primero yo, sin considerar los derechos de los otros". Por el contrario, me he preocupado de examinar la relación entre la autoestima y el bienestar humano, en lo individual y en lo social. En el curso de esta búsqueda he visto con claridad que los valores del individualismo y el comprensivo interés por uno mismo ofrecen la mejor base posible para la cooperación social, la benevolencia y el progreso.
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Pregúntese con quién le gustaría compartir el mundo. ¿Con gente que respete su derecho a existir y no le pida que actúe en contra de su interés por sí mismo, o con gente que lo trate como un objeto de sacrificio? ¿Con gente que goza de un fuerte sentido de su identidad personal, o con quienes esperan que usted cree ese sentido para ellos? ¿Con los que asumen la responsabilidad de su propia existencia, o con los que intentan traspasarle esa responsabilidad a usted? Estas son, desde luego, algunas de las consecuencias sociales tanto de la alta como de la baja autoestima.
Es bastante fácil detectar a algunos narcisistas que hablan de "alcanzar mi desarrollo personal" o "elevar mi autoestima". Es fácil, porque el narcisismo existe por doquier. Pero el individualismo, la autoestima, la autonomía, el interés por el desarrollo personal... estos rasgos no son narcisistas. El narcisismo es un estado de autoabsorción excesiva, nada saludable, que tiene su origen en una profunda sensación de insuficiencia y de carencia interior. Aunque resulte irónico, los vicios típicamente atribuidos a personas con egos muy desarrollados (mezquindad. competitividad beligerante, predisposición para el ataque) son, en realidad, las aflicciones peculiares de los egos débiles.
No puedo imaginar que ninguna persona racional sugiera que la autorrealización (es decir, la realización de nuestros potenciales positivos) deba perseguirse sin verse involucrada y comprometida en relaciones personales. "¿No entra dentro de mi propio interés (pregunté a los que me entrevistaban) encontrar gente a la que pueda amar, respetar y admirar?" Y por lo general, sus rostros se iluminaban con una sonrisa. "¿No entra dentro de mi propio interés vivir en un mundo más seguro, más sano, mejor, y tratar de dar forma a ese mundo?".
La polarización del sí-mismo y los otros, o del sí-mismo y el mundo, no tiene una base válida en la realidad. En realidad, existen pruebas abrumadoras de que cuanto más alto sea el nivel de la autoestima de un individuo, más probable será que trate a los demás con respeto, amabilidad y generosidad. La gente que no experimenta amor por sí misma tiene poca o ninguna capacidad de amar a otros. La que padece de profundas inseguridades y dudas sobre sí misma suele sentir que los demás seres humanos son temibles y hostiles. Quien posee poca o ninguna autoestima no tiene nada que aportar al mundo.
En razón de todo esto, debemos preguntar: ¿por qué los conceptos de autoestima y autorrealización (es decir, las metas personales) causan en algunos una impresión tan ominosa? ¿Por qué sólo las metas "sociales" son respetables?.
La respuesta, creo, reside en que muchos no han conseguido liberarse de una noción autoritaria de la ética, que la aplican a todo lo que está fuera de uno mismo. Nos encontramos con este punto de vista, bajo diversas formas, en las familias, las escuelas, las iglesias y, claro está, en los gobiernos.
En realidad, casi todos los sistemas éticos que han alcanzado algún grado de influencia universal han sido variaciones del tema de la autorrenuncia y el autosacrificio. Se ensalza el altruismo como virtud y al egoísmo se lo considera sinónimo de maldad. En estos sistemas, el individuo siempre se convierte en la víctima: se le enseña a volverse contra sí mismo y se le ordena "no ser egoísta" y ponerse al servicio de algún valor presuntamente superior:
El faraón, el emperador, el rey, la tribu, el país, la familia, la verdadera fe, la raza, el Estado, el proletariado, la sociedad (o "el planeta").
Comprenderíamos mejor la voluntad de tantas personas de someterse a una u otra clase de figura autoritaria, bajo cuyo dominio a veces se cometen atrocidades, si recordáramos cómo nos presentaron, a casi todos nosotros, la palabra bueno. "Es un buen chico; se preocupa por mí, se porta bien." "Es una buena chica, hace lo que le dicen." Desde el principio se nos inculca que la virtud consiste, no en honrar las necesidades, los deseos y las máximas posibilidades del sí-mismo, sino más bien en satisfacer las expectativas de los demás. "Vivir para los demás" es una frase que traduce textualmente la esencia de la moral, y los que la predican están más interesados en la obediencia que en la autoestima. Como psicólogo, no puedo recordar un solo caso en que esta doctrina no fuera, a mi parecer, desastrosa para el bienestar mental y emocional de mis pacientes.
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Hoy, con la expansión del feminismo, las mujeres empiezan a despertar al hecho de que ésta es una doctrina manipuladora y explotadora. Imaginen la reacción de un grupo de mujeres modernas si un conferenciante les dijera:
"No piensen en sus propios deseos y necesidades; piensen solamente en las necesidades y deseos de aquellos a quienes ustedes sirven. El autosacrificio es la mayor virtud". Los hombres también necesitan revisar esta doctrina, pues afecta a sus vidas. No es un problema de un solo sexo. Es global.
Por desgracia, muchos hombres y mujeres que se esfuerzan por alcanzar la autorrealización se sienten indefensos e intimidados ante estas acusaciones de egoísmo. Si "egoísta" significa "preocupado por los intereses del sí-mismo", por supuesto que la búsqueda de la autoestima y el desarrollo personal es egoísta. También lo es la búsqueda de la salud física. Y de la salud mental. Y de la felicidad. Y también la búsqueda de la próxima bocanada de aire que uno va a respirar.
Si esto es malo, ¿qué haremos para existir? No podemos repudiar el sí-mismo sin repudiar la vida.
Para vivir con éxito, pues, necesitamos una ética que predique un interés racional por uno mismo. Mientras no estemos preparados para respetar el derecho de un individuo a su propia vida, mientras no comprendamos que cada persona (incluidos nosotros mismos) es un fin en sí misma y no un medio para obtener los fines de los otros. No podremos pensar con claridad en nuestra propia existencia o en las exigencias de la felicidad humana mientras no estemos dispuestos a honrar al sí-mismo y proclamar con orgullo nuestro derecho a hacerlo. No podremos luchar por la autoestima, y no podremos alcanzarla.

FUENTE: LOS SEIS PILARES DE LA AUTOESTIMA - NATHANIEL BRANDEN.

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