El
miedo no es igual que una fobia o la ansiedad.
El miedo suele
ser una reacción para ponerse a salvo de un potencial
peligro (por ejemplo cuando el niño está cerca de un perro suelto), la fobia se produce cuando no hay nada racional que justifique el temor.
La ansiedad
va un paso más allá: es un temor que puede dispararse sin una causa concreta,
que ni el propio afectado sabría describir con exactitud.
Decirles a
los padres que no se preocupen si su hijo muestra alguna fobia, excepto cuando
ese terror es desadaptativo o si con el paso del tiempo las fobias no van
desapareciendo.
Consejos para
hacerle frente al miedo
- No reñirles
- No ridiculizarlos
- Afrontar la fobia juntos
- Respirar relajadamente
- Pensar en cosas agradables
- Crear frases que pueden decirse en determinados momentos (“Soy valiente”)
- El humor, la risa, la alegría son un buen recurso
- Enseñarles a comprender la ansiedad
- Evitar la palabra miedo en las conversaciones
- Afrontar los miedos de forma gradual
- Dibujar un termómetro (graduado del 1 al 10) que mida «grados de miedo»
Según la edad
los miedos son diferentes:
0-2 años: ruidos
fuertes, animales, extraños, heridas, y oscuridad.
3-5 años:
separación de los padres, animales, oscuridad, daño físico y personas
disfrazadas.
6-8 años:
separación de los padres, animales, oscuridad, daño físico, seres imaginarios
(brujas, fantasmas, monstruos…), tormentas, soledad, muerte y escuela.
9-12 años:
animales, daño físico, escuela (exámenes, suspensos), aspecto físico,
relaciones sociales y muerte.
13-18 años:
escuela, aspecto físico, relaciones sociales y muerte.
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