lunes, 28 de noviembre de 2011

Reivindicando el aburrimiento


La capacidad para llevar una vida más o menos monótona tendríamos que adquirirla en la niñez. Demasiadas diversiones  pasivas en la niñez, teatro, cine, buenas comidas opino como Bertrand Russell decía que serian censurables, los padres tienen que darse cuenta que es bueno que los días sean iguales con pocas excepciones. Los placeres en la niñez debieran de ser los que el niño pudiera procurarse con su esfuerzo y su inventiva del medio que le rodea. Los placeres excitantes que no implican cansancio físico, como por ejemplo el teatro, debieran facilitarse algunas veces. Esta excitación pudiera ser parecida a la de las drogas, que cada vez exigen más. Un niño como mejor se desarrolla es como la planta a la que se deja tranquila en el mismo suelo. No quiero decír que la monotonía sea buena pero si que hay un cierto número de cosas buenas que no son posibles sin un cierto grado de monotonía. Un joven que tiene algún propósito constructivo serio, soporta voluntariamente una gran cantidad de aburrimiento si lo cree imprescindible.
El ritmo de la vida de la  tierra es lento, el otoño y el invierno son tan esenciales para él como la primavera y el verano, y el descanso es tan esencial como el movimiento.


Todo esto escribía  Bertrand Russell en el libro “La conquista de la Felicidad” y que yo también reivindico.

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