La capacidad para llevar una vida
más o menos monótona tendríamos que adquirirla en la niñez. Demasiadas
diversiones pasivas en la niñez, teatro,
cine, buenas comidas opino como Bertrand Russell decía que serian censurables,
los padres tienen que darse cuenta que es bueno que los días sean iguales con
pocas excepciones. Los placeres en la niñez debieran de ser los que el niño
pudiera procurarse con su esfuerzo y su inventiva del medio que le rodea. Los
placeres excitantes que no implican cansancio físico, como por ejemplo el
teatro, debieran facilitarse algunas veces. Esta excitación pudiera ser
parecida a la de las drogas, que cada vez exigen más. Un niño como mejor se desarrolla es como la
planta a la que se deja tranquila en el mismo suelo. No quiero decír que la monotonía sea buena pero si que hay un cierto número de cosas buenas que
no son posibles sin un cierto grado de monotonía. Un joven que tiene algún propósito
constructivo serio, soporta voluntariamente una gran cantidad de aburrimiento
si lo cree imprescindible.
El ritmo de la vida de la tierra es lento, el otoño y el invierno son
tan esenciales para él como la primavera y el verano, y el descanso es tan
esencial como el movimiento.
Todo esto escribía
Bertrand Russell en el libro “La conquista de la Felicidad” y que yo
también reivindico.
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