lunes, 9 de noviembre de 2015

La infelicidad en si misma no es el problema

   Aiam pensaba  que no era normal que se sintiese infeliz, aunque sabia que en determinadas situaciones es normal que nos sintamos infelices, no era capaz de dejar que las cosas siguiesen su curso natural, cada mañana al levantarse sentía que tenía que hacer algo, sentía que cada vez que intentaba eliminar esos sentimientos de infelicidad no deseados  su infelicidad iba en aumento.
Sus experiencias se basaban en sentimientos de ansiedad, de irritación, frustración y de presión.
El Jueves de esta semana al amanecer se despertó y se preguntó:¿ Qué es lo que no funciona en mí que me hace sentir tan infeliz, qué será de mi si sigo sintiéndome así? se dio cuenta que sus rumiaciones le hacían sentirse peor.
Después de la visita a su psicoterpeuta comprendió que sus rumiaciones la hacían sentirse peor porque:

  • Sufría la frustración de no ser capaz de afrontar las respuestas.
  • Le venían recuerdos de fracasos del pasado.
  • Anticipaba problemas que le podían surgir y le horrorizaba esa idea.
  • Había días que se preguntaba si merecía la pena vivir.
  • Los intentos de dejar atrás la infelicidad pensando en cómo salir de ella, hacían que se agravara sus sentimientos de tristeza.
Basta ya de rumiar! se dijo la mañana del sábado, hacía un día hermoso y no quería perderselo. Pero no le resultaba fácil. Estaba habituada a vivir en un modo orientado a la acción, siempre con objetivos sin fijarse lo que sucede en el transcurso de su vida.
Al siguiente Jueves, al salir de su terapia semanal, comprendió que tenía que abandonar constantemente con el piloto automático y deseaba vivir con plena conciencia y capacidad de decisión.
Decidió vivir los acontecimientos diarios  como si fuera la primera vez. se propuso que su mente estaría centrada en el aquí y en el ahora, podía traer los pensamientos sobre el futuro y recuerdos del pasado pero y esto es lo más importante, los experimentaría como parte de su experiencia en el presente.

No se fijó objetivos de cómo deberían ser las cosas o no. Más bien, se propuso sentir curiosidad por todas las experiencias  tanto si son placenteras como poco gratas o indiferentes.
Decidió aceptar su experiencia y a si misma. No sentía necesidad de que la experiencia se ajustase a sus ideas de cómo debería ser. Podía sentirse contenta aunque sus experiencias no resultasen agradables.

En la próxima sesión tratará con su terapeuta cómo considerar que  los pensamientos son verdaderos y reales frente a juzgarlos como fenómenos mentales...



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