1) Mejora la memoria. Tras realizar los test analíticos a distintos grupos de personas,( Forgas,2013) concluyó que aquellas personas que están tristes tienen una mayor recepción y retención de lo que sucede a su alrededor, mientras que las personas felices se emplazan en una situación de comodidad y de “dejarse llevar” que les impide prestar atención.
(2) Juicios racionales. Cuando estamos tristes, aunque no lo parezca, somos capaces de racionar más clara y lógicamente. Esto es porque en el estado de tristeza nos sumimos en un estadio analítico profundo. En cambio, en momentos de máxima euforia, por ese mismo “dejarse llevar”, tomamos decisiones de forma más impulsiva, sin pensar en consecuencias.
(3) Reducción de la credulidad. Las personas en bajo estado de ánimo son más escépticas en muchos aspectos, como por ejemplo caer en la creencia de tópicos y mitos y más sensibles para detectar si alguien no está siendo sincero y está mintiendo.
(4) Reducción de los estereotipos. La felicidad nos refuerza nuestros prejuicios – ya sean éticos, culturales o raciales. Así lo analizó Forgas junto a un grupo de gente a quien hizo practicar un juego que consistió en disparar o no disparar, según su juicio, a distintos sujetos. Estos sujetos eran caracterizados como individuos con teléfono, individuos con pistola, individuos con bebida gaseosa o musulmanes. Curiosamente las personas que estaban más felices dispararon sin tapujos a aquellos sujetos que emulaban a musulmanes – sacando a relucir los estereotipos y la relación inherente de musulmán igual a malvado – mientras que las personas en estado de tristeza pensaron más rato sus actos e incluso no se dejaron llevar por sus prejuicios.
(5) Beneficios para la motivación. Las personas tristes son más persistentes ante las tareas difíciles y tienden a rendirse con menos facilidad. En contra, las personas con buen humor tienden a abandonar fácilmente las tareas difíciles y frustrarse consecuentemente.
(6) Incremento de la cortesía. En comparación con las personas que están contentas, las personas tristes son más proclives a pedir cualquier cosa con una gran cortesía y educación, mientras que los “felices” no piensas tanto en su exterior y el efecto que pueden provocar.
(7) Sentimiento de justicia. El estudio, finalmente, también demostró que las personas tristes tienen gestos más racionales, generosos y justos en el momento de realizar ofertas mientras que las personas felices únicamente piensan en si mismos.
La octava sugiero a los lectores de este blog que la comenten, gracias.
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